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4 mar 2011

CHISTES PARA LLORAR DE LA RISA

Muy buenos días hoy es día de llorar si bien en mi última entrada de hace poco les proponía unas historias tan tristes como para llorar ahora son chistes como para llorar de la risa:

El hombre que llegaba todos los días borracho a su casa, y uno de aquellos días le dice la mujer:
- ¡guarro , sin vergüenza, que te gastas todo el dinero en vino!
   Y le dice el borracho:
- ¿y tu que te crees, que el coñac me lo regalan? ¿o que?

¿En qué se parece una casa incendiándose y una casa vacía?
Que de la casa incendiándose "salen llamas" y en la casa vacía "llamas y nadie sale"

Dos ladrones se paran frente a la vitrina de una joyería y empiezan a contemplar un hermoso collar de diamantes.
Un ladrón le pregunta al otro:
¿Cuánto crees que nos darían por esa joya?
El otro ladrón le responde:
Pues, yo pienso de 5 a 8 años de cárcel.


En el patio de un manicomio se encontraba un grupo de internos que se reían a intervalos. El director que hacía sus rondas se acerca curioso para ver que era lo que sucedía. Al acercarse, ve que un loco dice un número: ¡Doce!, e inmediatamente el resto del grupo se comienza a reír. Al acabar las carcajadas del grupo, otro de los del grupo dice otro número: ¡Treinta y dos!, obteniendo, nuevamente, el mismo resultado del grupo ahí
congregado, que se suelta a carcajadas. El director les pregunta:
¿Qué es lo que está sucediendo?
A lo que uno de sus pacientes le contesta:
Estamos contando chistes.
Aún más curioso, el director comenta:
¡Pero si sólo están diciendo números!
A lo que el mismo paciente le explica:
Lo que pasa es que nos sabemos tantos chistes, que los hemos enumerado para ahorrarnos el tiempo de contarlos.
Ponderando esta explicación, el director decide probar su suerte y dice:
A ver, dieciocho.
A lo que no recibe respuesta alguna del grupo, sino un silencio absoluto.
Anonadado vuelve a intentar.
Veintidós.
Obteniendo la misma silenciosa reacción. Desesperado comienza a decir números uno tras otro sin lograr sacarle a ninguno de sus internos la menor sonrisa, hasta que por fin les pregunta:
¿Pero qué pasa? ¡Les he contado varios chistes y nadie se ríe!
A lo que uno de los locos le contesta:
¡Lo que pasa es que usted no tiene gracia para contarlos!

Y hasta aqui estos chistes, pero tranquilos volveran más. 

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